Surfero, de ola en ola

Comentarios

5 respuestas a «Surfero, de ola en ola»

1. 

   Casaseca.

   1 de octubre de 2024

   «Delgadas y limpias, muchacho, que gordas y guarras ya se harán». Las palabras procedían del grupo de personas que conversaban a mi espalda. Me volví en busca del emisor con la intención de enfrentarme a aquel trasnochado gurú.

   Un revuelo de bolsillo había surgido de manera espontánea alrededor del interfecto y no fui capaz de verle la cara por más que me lo propuse hasta que alguien más decidido se la partió con una derecha agresiva.

   Vapuleado y avergonzado, ganó la calle. Parecía normal y no el monstruo que ya había perfilado mi imaginación. Estaba aturdido y no se fijó que el semáforo estaba en rojo para los peatones. No le deseaba la muerte. Grité: ¡Cuidado! ¡No cruce!

   Responder
   1. 

      Susana Amestoy

      1 de octubre de 2024

      Es una mini novela 😍

      Responder
      1. 

         Casaseca.

         2 de octubre de 2024

         minimísima

         Responder
2. 

   Zyang Eroguro

   1 de octubre de 2024

   Delgadas son sus formas,
   hueso, manto,
   hoz, arena,
   guerra, peste,
   hambre, muerte.
   Justa siempre es su labor,
   inconmovible su mano,
   mientras tú,
   ————————————————
   ufano, osado, ciego,
   inconsciente,
   temerario,
   deambulas por nuestro mundo
   despreciando el regalo
   que el tiempo nos concede,
   la preciosa
   esencia viva.
   ———————————————-
   ¿Valentía? No,
   Ignorancia,
   desprecio de respirar,
   reír, amar, conocer
   el universo sencillo
   que alberga una lágrima,
   hasta que Ella,
   Él, Ello,
   mire su libro eterno
   y en tu camino se cruce.

   Responder
3. 

   Susana Amestoy

   1 de octubre de 2024

   Delgadas y huesudas son tus manos,
   regalando un frío tacto.
   No son bellas,
   más son ellas las que buscan mi contacto
   mientras finges ignorarme
   cuando pasas por mi lado
   y no evitas el rozarme,
   cuando me tiñes de azul,
   cuando olvidas controlar
   que yo soy yo y no eres tú.

   Usas
   esos leves dedos largos de pianista
   tecleando una canción desesperada
   dibujándome unas garras,
   desgarrando una guitarra,
   y acaricias a escondidas mi mirada
   de una foto clandestina y desgarbada
   y proclamas
   que a ti no te importa nada
   y reniegas;
   sé que mientes sin reserva.

   ¡Valiente idiota!
   que no admite su derrota,
   que cobarde se hace el loco
   y de tonto yo sé bien que tienes poco.
   Y tú sabes que ando rota
   cuando me niegas tu boca.
   Escondiendo la cabeza,
   me das pena y das pereza
   como hacen las avestruces
   Por miedo a que con tus ojos yo me cruce.

   Responder