Bocatas: conversación lírica

Letreros, cuando se trata de entenderse entre dos personas, lo mejor es dialogar.

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2 respuestas a «Bocatas: conversación lírica»

  1. Avatar de ENIAC

    —Buenos días: ¿Renata Mandolini?
    —Bueeenooos díaaaaaaas, pase usteeeeeeed
    —Soy Manuel Sempronio, el carpintero.
    —Carpinteerooo de luuceess
    —Señora, ese era marinero, yo solo pongo clavos. ¿Quiere dejar de cantar?
    —Oh, si disculpe, pero pase, pase…
    —Usted dirá.
    —Necesito que me empotre.

    —¿Cómo dice?
    —La cómoda. Que me empotre la cómoda, quería decir.
    —¡Uf! menos mal señora, que uno no es de granito y no está para interpretaciones lingüísticas.
    —¡ja, ja, que zalamero! Es que estaba con el barbero de Sevilla y me he venido arriba. Ahí tiene el mueble.
    —Hum, ya veo.

    — Señora, necesita usted un buen acople. No bastará con un par de clavos.
    — Pero ¿Por qué me mira así? ¿ y por qué se quita la blusa? Creo que no me ha entendido…
    —Ni usted tampoco. Me estoy poniendo CÓMODA.

  2. Avatar de Casaseca.
    Casaseca.

    —¿A usted le parece que en este armario entra el vestuario de Isolda?
    —Pues no sé… ¿Tiene mucha ropa la señora esa?
    —Tiene siete cambios, dos de ellos con miriñaque, ¿a usted qué le parece?
    —Pues miriñaque no sé lo que es, pero siete mudas entran de sobra, mujer. Dígale a Isabela que pierda cuidado.
    —A ver, estulto integral, Isolda, junto a Tristán, son una ópera. Un miriñaque es una estructura rígida que se usa para dar forma a la parte baja de los vestidos y no son mudas, sino siete cambios de vestuario completos.
    —¡Qué lío!
    —Mucho, sobre todo, porque ha hecho caso omiso a mis indicaciones y le ha quedado esta birria de armario por la que no le pienso pagar.
    —Yo… con tal de que se vaya y me deje en paz… ya lo venderé a otra persona.
    —Esto me pasa a mí por tratar directamente con el vulgo.
    —Joder con la gorda, pensé que no se iba nunca.
    —Le he oído, sinvergüenza.
    —Y dale…

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