Atípica Postal

Comentarios

3 respuestas a «Atípica Postal»

1. 

   ENIAC

   19 de febrero de 2025

   De todo lo que ocurrió aquel verano de 1940 en el “El Tarajal” no quedan más que vagos recuerdos. Ni el puesto de la guardia civil revela lo que aconteció, bajo el paraguas de la Ley de Secretos Oficiales. Cosme Vilariño, entonces cabo de la benemérita allí destinado,
   narra aquellos luctuosos acontecimientos:
   —Aparecieron restos humanos en la excavación iniciada al comenzar la construcción de la nueva casa-cuartel. Al principio pensaron que era algo de lo más común hasta que aparecieron las joyas y las cartas. Y ese idioma extraño, el ruso.

   —Comuniqué a las autoridades competentes el hallazgo, pero tras la oportuna investigación, decidieron ocultar todo lo que allí descubrieron. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Serrano Suñer enterró todo tras descubrir el nombre de uno de los cadáveres: Anastasia.

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2. 

   Alicia

   19 de febrero de 2025

   Una larga fila de hombres concurría cada mañana cerca de la excavación. Entre bromas, se decían que peinar piedras estaba mejor pagado que cosechar trigo y se sentían unos privilegiados. La mayoría no sabía leer ni escribir, pero si remover la tierra, aquella que de un modo u otro les daba de comer.
   Fenicios, romanos todos habían pasado por allí y solo habían dejado piedras. Cada jornada al volver a sus casas, soñaban con descubrir un gran tesoro de oro y joyas que les sacase de aquella pobreza y les llevará lejos de las piedras. Mientras seguirían peinando piedras con un pincel hasta que no quedara ni una por peinar.

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3. 

   Jorge

   19 de febrero de 2025

   #Postal
   De sus muros ya las trazas
   replanteadas están.
   De momento ocuparán
   del labrantío estas hazas.
   Sobre el suelo el edificio
   se erigirá en dos alturas
   donde todas mis criaturas
   encontrarán beneficio.
   Las bestias, a ras de suelo
   y en la planta superior
   pondré la casa, mejor
   donde cabrá hasta el abuelo.
   La imagen es engañosa
   pues todos esos obreros
   con boina y no con sombreros
   en el bar de doña Rosa
   los encontré trasegando
   vino y anís del dulzón
   antes de ir a la estación
   o volver a casa andando.
   Por eso el feliz semblante
   que felices muestran todos
   después de empinar los codos
   haciendo de figurante.
   Así esta foto le envío
   a la que es mi prometida
   pues ella está convencida
   de que antes le nace un crío
   que ejecutar la mudanza
   a este paraje extraño
   antes de que pase un año
   y así dejar la labranza.

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