Postal con mucha sesera

Comentarios

4 respuestas a «Postal con mucha sesera»

1. 

   Francisco

   1 de septiembre de 2025

   Allá fueron Germán y Benito a ver cómo iba la plantación de cabezas que habían preparado la semana pasada.
   Cual fue su sorpresa cuando al llegar, vieron que una de ellas había crecido de forma desmesurada.
   – «que fea nos ha salido». comentó Benito.
   – «es verdad». Respondió Germán. «tiene un aire a tu primo Ramón, el que se fue a Teruel, el de la cabeza gorda.

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2. 

   Alicia Blasco

   1 de septiembre de 2025

   Notaron un ligero temblor bajo sus pies, que fue aumentando a medida que el suelo se abría. Surgiendo de él progresivamente una enorme cabeza tallada en piedra de un antiguo Dios.
   Enterrado hacía miles de años, los antiguos moradores, consiguieron enterrarlo y acabar con el sufrimiento y las guerras que los asolaban.
   Olvidado desde entonces, los hombres regaron de nuevo la tierra con sangre que le fue alimentando gota a gota.
   Revivido de su letargo, venía dispuesto a recuperar el tiempo perdido.

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3. 

   ENIAC

   1 de septiembre de 2025

   —¿Qué opinas John?
   —Es muy curioso…
   —¿Qué cosa?
   —Que son casi idénticas. La misma expresión. El tocado. El tamaño…
   —¿Crees que se trataría de la misma persona?
   —Es muy posible. Tal vez un jefe, un hechicero o alguien muy relevante en el período mesoamericano. Olmeca, sin duda.

   —Ahí tienes algunos de los glifos hallados cerca de las cabezas. Quizás nuestro colaborador, Cunningham pueda arrojar más luz sobre este asunto. ¡Oh!, ahí viene.
   —Señor Cunningham, un placer contar con su presencia. Mi colega, el profesor John Cook especulaba acerca de la identidad

   de la figura que tenemos enfrente.
   —Oh, encantado. déjenme ver: hum…sí, aquí lo describe bien claro: “Desde la noche de los tiempos, el sol, la luna y las estrellas me acompañan en esta tierra ignota. De todas estas cabezas solamente una es la correcta. Adivinen cual. Firmado: Jordi Hurtado.

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4. 

   Jorge

   1 de septiembre de 2025

   #Postal
   Con nostalgia rememoro
   aquel singular viaje
   que, ligero de equipaje
   con un amigo hice a coro.
   Gulliver, que así se llama
   me convenció con promesas
   de que iba a vivir sorpresas
   que él ya vivió como drama.
   Uno de aquellos lugares
   Brobdingnag tenía por nombre
   donde el tamaño de un hombre
   no llega al de los pulgares
   de un adulto de su raza
   y así es todo gigantesco,
   desmesurado, grotesco
   por eso urdí una añagaza
   que consistió en un señuelo
   como si fueran juguetes
   (un muñeco con mofletes)
   bien empotrado en el suelo.
   De esa forma despistamos
   a esos gigantes y huimos
   y así el viaje seguimos
   y contentos regresamos.

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